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Roberto Carreras

La gran decisión del empresario y emprendedor: elegir ser pionero o colonizador

Las empresas exitosas van seguidas en el mercado de multitud de otras compañías que copian el modelo para hacerlo exitoso nuevamente. Ningún problema, todo en la Historia de la Humanidad parte de la evolución, copia o inspiración de las ideas que otros tuvieron y que nos han permitido ir evolucionando. En la actualidad, esta evolución es frenética. Como observó el economista Joseph Schumpeter, la originalidad es un acto de destrucción creativa.
 
Copiar a otros es una realidad a la hora de hacer negocios y, por qué no, una gran opción. A día de hoy, muchas de las empresas más innovadoras se encuentran con la dificultad de evangelizar demasiada, de luchar demasiado para abrir un hueco y una oportunidad en el mercado y, sobre todo, para tratar de romper las barreras que están fuertemente asentadas por parte de las empresas tradicionales o que operan tradicionalmente en el sector que se quiere perturbar. Desde luego que todos tenemos en la cabeza los grandes ejemplos de empresas que han aparecido como de la nada (la historia detrás de ellas, tampoco es así de sencilla) y que han venido a revolucionar el mundo: Google, Facebook, Amazon… En concreto, en estos ejemplos es así, pero cada día mueren miles de pioneros en su lucha por cambiar las reglas de juego establecidas. Y, al final, acabamos recordando los negocios que los colonizadores finalmente asentaron, aprendiendo de los errores de los pioneros y avanzando con la ventaja del camino abierto, de loa evangelizado, de la necesidad creada, del nicho de mercado abierto… Como bien dice Bill Sahlman, «lo importante nunca es la idea, es la ejecución«.
 
Todos aspiramos a ser los primeros en hacer algo (aunque a veces cuando ese liderazgo parte de las empresas anquilosadas no se persigue más que generar una nota de prensa que haga algo de ruido, total, todo se olvida tan rápidamente) Queremos ser líderes, no seguidores. Los empresarios, los inventores, los científicos…, todos persiguen ser los primeros en sacar ese producto, registrar esa patente o realizar el descubrimiento científico que cambie el mundo.
 
Mi experiencia personal en MUWOM, donde creo firmemente que fuimos de los primeros en apostar por la música como un lenguaje para contar historias de marca y no como un territorio de patrocinio, así lo avala. Estás convencido en cada momento de que tienes un enorme recorrido por delante y, sin embargo, lo único que haces muchas veces es allanar y facilitar el camino para que los que de verdad tienen recursos puedan coger una autopista más rápido que aquél camino pedregoso por el que empezaste a contar y a evangelizar sobre las bondades de tu idea.
 
En el libro «Originales«, Adam Grant se hace eco de esta realidad. Señala:
«En un estudio clásico, los investigadores de mercado Peter Golder y Gerard Tellis compararon el éxito de empresas pioneras con las que fueron colonizadoras. Pioneras eran las que tomaban la iniciativa: la primera empresa en desarrollar o vender un producto. En cambio, las colonizadoras habían demorado su lanzamiento, esperando a que las pioneras crearan un mercado antes de entrar ellas mismas. Cuando Golder y Tellis analizaron cientos de marcas en tres docenas de categorías de productos encontraron una diferencia asombrosa en las tasas de fracaso: el 47% en las pioneras frente a solo el 8% de las colonizadoras. Las primeras tenían seis veces más probabilidades de fracasar que las segundas. Y cuando las pioneras sobrevivían, tan solo captaban de promedio el 10% del mercado, mientras que las colonizadoras llegaban al 28% […] Curiosamente, las desventajas de ser el primero en reaccionar son con frecuencia mayores que las ventajas.
Con frecuencia se tacha a los colonizadores de simples imitadores, pero este es un estereotipo errado. En lugar de adaptarse a la demanda existente, ellos esperan hasta que están listos para introducir algo nuevo. A menudo demoran su lanzamiento porque están trabajando en productos, servicios o tecnologías revolucionarias de la misma categoría. En materia de videojuegos, el pionero fue Magnavox Odissey, que en 1972 tenía sobre todo juegos rudimentarios. Un colonizador, Nintento, adquirió los derechos de distribución de Odyssey para Japón en 1975 y luego acabó con Magnavox en la década siguiente al crear un sistema original de entretenimiento de la propia Nintendo con juegos como Super Mario Bros y The Leng Of Zelda. Nintento transformó el mundo de los juegos al introducir un controlador fácil de usar, personajes sofisticados y juegos interactivos de rol. Ser original no implica ser el primero. Solo significa ser diferente y mejor.»
El autor, señala cuatro desventajas de ser pionero:
  • Cuando los originales se apresuran a ser pioneros, son propensos a pasarse de la raya.
  • Hay razones para creer que el tipo de personas que deciden ser colonizadoras pueden estar mejor dispuestas para el éxito. Los emprendedores temerarios se sienten atraídos por la idea de ser los primeros y por ello son propensos a tomar decisiones impulsivas; en cambio, los emprendedores más reacios al riesgo prefieren observar, esperando la ocasión oportuna y equilibrando sus carteras de riesgo antes de lanzarse al mercado.
  • Además de ser menos imprudentemente ambiciosos, los colonizadores pueden desarrollar tecnología de la competencia para producir mejores productos. Cuando usted es el primero en salir al mercado, tiene que cometer todos los errores por sí solo. Mientras tanto, los colonizadores pueden observar y aprender de sus fallos.
  • Mientras los pioneros tienden a atascarse en sus primeras ofertas, los colonizadores pueden observar los cambios del mercado y los cambiantes gustos del consumidor, y adaptarse a ellos.
 
Este puede ser un acertado tratamiento de la realidad, sin embargo, como todo en la vida va con la actitud y predisposición de cada uno; con las ganas de ser y de hacer aquello que realmente te hace feliz. Lo he experimentado varias veces a lo largo de mi vida, y aunque me equivoque otras cien, seguiría tratando de elegir ser un camino diferente en cada paso que dé. Así, en 2008 estuve en el momento adecuado en el lugar adecuado empleando el padre de este blog (perdí el dominio al no renovarlo, ahora 10 años después, lo he recuperado) para investigar, trabajar y evangelizar sobre las bondades de digital para llevar a cabo un nuevo modelo de Relación (Comunicación, Marketing, Publicidad, Contenido…) en las empresas. Una evolución natural nos llevó en 2011 a investigar cómo poner Emoción a ese modelo de Relación y encontramos que la música podía ser un lenguaje universal fantástico para conectar con los públicos, especialmente los más jóvenes, generar historias y proyectos de co-creación y colaborativos. Todavía queda mucho camino por recorrer y por seguir tratando de elegir el camino difícil si con eso al final ayudamos a alguien, aunque sea a los que vienen detrás para encuentren la autopista por la que ir cómodos. En cierta manera, esta elección permite ayudar a muchas más personas.
 
Sin pecar de pretensión, lo único que quiero destacar es que somos nosotros, nadie por nosotros, los que elegimos trabajar y construir hoy el futuro que queremos encontrarnos mañana, así que cada granito de arena que puedas aportar, por muy pequeño que sea, cuenta. En resumen, es tan sencillo como elegir ser Original. Genios siguen existiendo, pero hoy, gracias a la Red y las innumerables herramientas de las que disponemos, gracias a la innovación abierta y la colaboración desinteresada, todos podemos hacer juntos más y mejores cosas. «Las carreras de velocidad son una buena estrategia para un joven genio, pero para convertirse en un viejo maestro es preciso tener la paciencia de quien ha corrido muchos maratones», Adam Grant.
 
Citando de nuevo a Adam Grant, «Para ser originales, tenemos que estar dispuestos a correr riesgos. Cuando vamos a contracorriente para cambiar las tradiciones consagradas, nunca podemos estar seguros de que lo lograremos«. Como sostiene Simon Sinek, si queremos inspirar a la gente, debemos empezar con el porqué.

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