No existen las empresas ni las organizaciones, sólo existen las personas y las relaciones. La construcción de relaciones a largo plazo cimentadas en el respeto y la confianza y construidas desde la reputación, la credibilidad y la honestidad. Éstos son los valores clave que ha venido a traer lo digital a la hora de impactar en los negocios, así de sencilla es la Transformación Digital por muy compleja que muchos quieran pintarla para poder vender sus servicios. El resto (miles de servicios útiles, herramientas…), no son más que el medio para conseguir un fin, nunca un fin en sí mismo.
A día de hoy, compañías e instituciones deben trabajar por un nuevo concepto de rentabilidad, donde las personas y el impacto que las compañías y sus intangibles tienen en la sociedad son la clave. Hoy, más que nunca, la construcción de la reputación se lleva a cabo con legitimidad y confianza, atributos que se gestionan con lo que haces y no con lo que dices que haces. Así se genera, se construye y se crea valor, no hay ningún atajo. Para conseguir la diferenciación duradera, antiguamente basada en productos y servicios y en un modelo de Comunicación masivo, la clave es la relevancia, así como formar parte del estilo de vida de las personas. Las marcas deben hablar y construirse por quiénes son, cómo son y en qué creen como instituciones, no hablar de sus productos y servicios. Crear un sistema de creencias compartidas con sus públicos generando una diferenciación claramente basada en el porqué, en la esencia, en la razón de ser. Crear proyectos relevantes CON sus públicos, no Comunicación A sus públicos, para ser compartidos.
Esto ya no va del contenido lo primero, sino de personas en primer lugar y por encima de cualquier otro canal y formato. Las relaciones son tus historias y el contexto es el rey.